Cuando nos planteamos cómo valorar el dolor, lo primero que debemos tener en cuenta son las características del mismo.
En la entrada de hoy vamos a revisar los aspectos principales que debemos conocer para poder hacer un buen análisis del tipo de dolor y plantear un tratamiento dirigido
1. Localización y distribución
Dónde duele y si se irradia a otras regiones
2. Inicio, duración y periodicidad
Identificar cuándo se inicia el dolor, cómo se inicia (brusco, progresivo) y en qué circunstancias (reposo, movimiento…). Debemos averiguar si hay alguna franja del día en la que predomine (mañana, noche) o si está relacionado con alguna actividad concreta que lo desencadene (aseo, comidas, traslados…). Es importante también registrar la duración del mismo (segundos, minutos, intermitente, continuo…). Para su evaluación podemos apoyarnos en la Escala Categórica.
También debemos investigar si hay algún patrón temporal de recurrencia o repetición para poder identificar posibles desencadenantes.
3. Intensidad
Es uno de los parámetros más difíciles de determinar de forma objetiva. Debemos guiarnos por lo que el paciente refiere. Para ayudarnos en esta tarea, disponemos de múltiples escalas, siendo las más habituales:
- Escala Verbal Simple (EVS)
- Escala Visual Analógica (EVA)
- Escala Numérica (EN)
- Escala de Expresión Facial (EEF)
4. Características
Un registro detallado y con una buena descripción de las cualidad del dolor nos permitirá distinguir el posible origen del mismo y enfocar el tratamiento adecuado.
El dolor asociado a una lesión superficial suele ser punzante, quemante, bien localizado.
El dolor asociado a procesos profundos (viscerales) suele ser sordo, difuso y suele estar mal localizado.
Para evaluar este punto, pueden ser de ayuda escalas de tipo multidimensional como el McGill Pain Questionnaire, que mide las esferas sensorial, afectiva y cognitiva.
5. Factores que lo alivian o empeoran
Es importante investigar si se modifica positiva o negativamente con alguna medida no farmacológica (cambios posturales, ponerse de pie, deambular…) o farmacológica (tipo de fármaco, dosis y duración del efecto).
6. Síntomas asociados
Debemos preguntar de forma explícita (¿Ha notado alguno de los siguientes: a,b,c…?) por otros síntomas que puedan aparecer en el contexto del dolor como pueden ser náuseas, vómitos, mareo, fatiga/disnea, síncope/pérdida de conocimiento, liberación de esfínteres (micción/deposición involuntaria)… de cara a intentar acotar las características y el posible origen del mismo.
¿Y si el paciente no puede responder a mis preguntas?
¿Cómo podemos valorar el dolor en pacientes que no tienen la capacidad de comunicarse?
Es frecuente que nos encontremos con pacientes que tengan enfermedades que impidan la comunicación, como pueden ser personas con deterioro cognitivo avanzado, con algún tipo de trastorno o retraso del desarrollo, con algún proceso neurológico que afecte al habla…
En este contexto, la anamnesis o historia clínica dirigida habitual, no nos sirve. Debemos apoyarnos en escalas que se basen en signos que nos permitan sospechar que puede haber dolor.
Recordemos, que un paciente no pueda decir que tiene dolor, no significa que no lo tenga. Es nuestro trabajo y nuestra responsabilidad ser capaces de identificarlo y controlarlo.
Puede ser de utilidad apoyarnos en escalas como:
- Escala Pain Assessment in Advanced Dementia (PAINAD)
- Escala Conductual del Dolor (BPS)
- Escala Observacional del dolor en Cuidados Críticos (CPOT)
- Escala de Campbell
- Escala sobre conductas indicadoras de dolor (ESCID)
- Escala de dolor en el adulto no comunicativo (NVPS)
Bibliografía:
GADO – Guía para el abordaje interdisciplinar del dolor oncológico
*Manejo y tratamiento de los tipos de dolor más frecuentes en la consulta de Atención Primaria.
Libro-blanco-del-dolor-en-España-V5-WEB.pdf (weber.org.es)